Época épica la que nos ha tocado vivir a todos con el coronavirus. Nadie imaginó nunca esta difícil situación que atravesamos. Pareciera que solamente hubiera podido pasar en una novela de ficción, pero la estamos experimentando. Y pensando en las tendencias, hábitos y modas que antes hemos vivido y que de alguna manera se avizoraban durante los diferentes meses del año o de acuerdo con el desarrollo de la tecnología; hoy se requiere darle una nueva mirada. Primero definiremos cada uno de los conceptos.
- Las tendencias: aquellas nuevas ideas o corrientes a nivel mundial como, por ejemplo: la tendencia hacia el cuidado del medio ambiente, hacia una alimentación saludable, hacia la práctica de ejercicio físico, hacia el mayor respeto por las mascotas, hacia la comunicación omnipresente a través de los nuevos desarrollos tecnológicos, entre otros.
- Los hábitos: aquellas costumbres que se forman desde que la persona empieza, desde la niñez, con el aprendizaje por imitación, por observación y los que se dan por condicionamiento instrumental o clásico, se van formando en el núcleo familiar, así como en la escuela y en los diferentes grupos de referencia. Los hábitos de alimentación, de estudio, de cuidado e higiene personal, así como limpieza del hogar, entre otros, se forman en un contexto familiar y grupal dentro de una subcultura y cultura.
- La moda: cuya característica es pasajera, se da como un desahogo ante la corriente estable sin cambios de las cosas. Para no permanecer en la inercia en algunos “ámbitos”, entonces se dan, espacios de respiración y se crean estilos temporales en el uso de la ropa, formas de peinarse, accesorios, juguetes para niños y niñas, películas, entre otros.
El coronavirus reconfigura estos tres conceptos, e implica un quiebre o punto de inflexión en la forma de vida y actuación de quienes conforman el mercado, como los clientes, consumidores, proveedores, intermediarios, productores, entre otros. De esta forma, lo primero que está cambiando son los hábitos de comportamiento, aquello que quizá es lo más difícil de cambiar en una persona ya que se trata de un aprendizaje que se da desde niños y que se asocia con una impronta (aprendizaje asociado con una emoción), como por ejemplo: el uso de mascarillas, el uso de guantes, no salir de casa, el distanciamiento social, las clases online, mayor cantidad de actividades realizadas en familia, el uso frecuente de alcohol en gel, entre otros. Y como los niños son quienes aprenden mucho más rápido que los otros segmentos de edad; y además son los adultos del mañana, entonces es conveniente incorporar los nuevos aprendizajes entre ellos, para tener una sociedad futura más consciente del cuidado de la higiene, salud, alimentación, educación y trabajo.
Este nuevo orden implica que las empresas pongan énfasis en cubrir las necesidades en estos ámbitos a través de productos adecuados y con indicaciones claras de uso. Estas necesidades, que antes se consideraban en la parte más baja de la pirámide de Maslow (necesidades primarias o fisiológicas) y que quizá las personas daban por descontado, avanzando hacia la parte superior de la pirámide (necesidades secundarias, psicológicas o sociales); tras la situación del coronavirus (que ha traído mayor demanda de productos básicos a nivel global) ahora se ha revertido y las necesidades primarias ahora cobran mucha más relevancia que antes.
Por ejemplo, de hoy en adelante uno de los productos de necesidad urgente cuando las personas salgan de casa serán las toallitas desinfectantes, pues en la calle uno no encuentra un lavamanos disponible. Todos: niños, adolescentes, jóvenes y adultos llevarán un pack de toallitas antibacteriales en la mochila, bolso, cartera o maletín. El uso de mascarilla será una costumbre, así como lo es en el Japón, en donde desde pequeños, los niños las usan; por lo tanto, las empresas peruanas deben cubrir esta nueva necesidad, ya sea con mascarillas fabricadas en el Perú o importadas. En cuanto a la alimentación, aquellos productos recomendados para fortalecer el sistema inmunitario tendrán mayor demanda. Asimismo, el ejercicio físico dentro de casa y hasta en familia será elemental para conservar una buena salud, de modo que los servicios de asesoría física podrían darse también vía online. La educación y el trabajo no se detienen, por lo que el uso de nuevas plataformas para las clases será cada vez más demandado, tanto en la educación escolar como en la superior. En ambos casos, los desarrollos en software y hardware marcarán el nuevo rumbo en la capacidad de aporte al aprendizaje y traslado de conocimientos. Esto, acompañado de nuevos planes de datos y de internet para los hogares; así como de laptops y portátiles para los diferentes miembros de la familia (padres e hijos). En algunos casos, pueden requerirse otros dispositivos como parlantes, mouses ergonómicos, impresoras, entre otros. Los muebles como escritorios, sillas y cojines también serán necesarios.
Un aprendizaje importante que está dejando esta pandemia es el almacenamiento de productos de limpieza, aseo, medicamentos y, sobre todo, de alimentos. La gente teme a la escasez, quienes han pasado por los años 80 recuerdan las largas colas para comprar leche, azúcar, pan, y no quieren volver a pasar estas vivencias, por lo tanto, de ahora en adelante estos hogares comprarán, siempre que puedan, productos para almacenar y tener provisiones al menos para una semana o más. Este nuevo comportamiento requiere muebles, envases, frascos y bolsas para almacenar correctamente los alimentos, por lo que las empresas deben ofrecer estos productos.
Por otro lado, considerando que una gran mayoría de la población peruana genera su propio empleo e ingresos a través de micro y pequeñas empresas; y que luego de la cuarentena no han podido hacerlo, sus necesidades más urgentes son las primarias y sobre todo las de alimentación, educación y salud; por lo que las empresas deberán crear soluciones alternativas para esta gran población que lo necesita. Se debe recordar que el mercado peruano es un mercado de base de la pirámide con una gran masa de pequeños compradores que ganan su sustento de manera diaria y que buscan productos y servicios cuyos precios se ajusten a sus bolsillos y no viceversa. Gran reto para las empresas productoras y comercializadoras, pero allí se encuentra gran parte de la demanda.
Todo lo anterior implica que la pirámide de la jerarquía de necesidades de Abraham Maslow, quien anotaba que conforme la gente satisfacía los peldaños inferiores de necesidades, avanzaba en la jerarquía hacia necesidades más complejas porque ya habían cumplido lo básico o primario; ya no tiene que ser así en épocas de pandemia, en donde predomina la incertidumbre en un contexto global desconocido. Por lo tanto, las personas y los hogares están regresando a lo básico, es decir, la importancia que le daban a lo que tenían por descontado, ahora se revierte y son lo primordial en la lista de prioridades. De modo que se estaría dando una inversión en la pirámide de Maslow como aparece en la siguiente imagen. Y esto configura una nueva orientación de las empresas y organizaciones para volver a satisfacer aquellas necesidades que han retomado un mayor nivel de importancia relativa.